La literatura es...

LA LITERATURA ES...

El arte que utiliza como instrumento la palabra.
Y para mí la palabra es la herramienta
más poderosa que tenemos los seres humanos.
Es la llave maestra que abre todas las puertas.
Sin ella no seríamos "nada";
con ella lo somos "todo" porque podemos
expresar nuestras ideas, pensamientos, sentimientos...
podemos conocernos a nosotros mismos,
a los demás; sentir placer y un sin fin de emociones...; viajar, descubrir el mundo,
nuestro entorno; comunicarnos; compartir experiencias, conocimiento, cultura... y
"SOÑAR, SOÑAR SIEMPRE QUE TODO ES POSIBLE".

Yo, con la palabras puedo crear poesía,
relatos, cuentos... hacer que los personajes
cobren vida y vivan su propia historia.
Puedo construir el mundo que yo quiera
y plasmarlo en letras.

Con la literatura puedes leer, escribir y romper fronteras.
"PERMÍTETE SOÑAR Y DERRIBA TUS PROPIAS BARRERAS"

lunes, 25 de noviembre de 2013

UNA NAVIDAD MUY ESPECIAL

UNA NAVIDAD MUY ESPECIAL



 En un pueblo pequeño de nuestra querida y añorada tierra extremeña vivía hace algunos años, un niño llamado Nicolás. Por aquel entonces Nicolás tendría siete años pero ahora ya será mayor y seguro que se acordará de esta historia, tanto como la recuerdo yo.

            Para todos, Nicolás era “Nico” y cuando era pequeño solía jugar con sus amigos a corretear por la calles de su pueblo y llegar hasta la plaza del ayuntamiento. Se divertía mucho haciendo esto porque para él, era como ganar una carrera.
            Después de hacer largo recorrido por las distintas calles de su pueblo, a Nico le gustaba ir a parar a la fuente de la plaza. Al llegar, se sentaba junto a ella y dedicaba unos minutos a divagar entre sus pensamientos; mientras escuchaba, el suave golpeteo del agua caer. Incluso había algunos momentos en los que se encontraba triste y sus amigos intentaban animarle, llamando su atención continuamente pero él, absorto entre sus ideas, no se percataba de nada y simplemente “pensaba”. Algunas veces, interrumpían sus pensamientos el continuo repicar de la campanas de la iglesia contigua que anunciaban siempre la hora de irse a casa. A Nico, no le gustaba nada tener que irse cuando estaba pensando porque era para él su momento mágico, el mejor momento del día.
            La verdad es que a los amigos de Nico les hubiera encantado saber qué pensaba este pero él, nunca les contó de qué trababan sus pensamientos. Consideraba que tenía un secreto que nadie podía descubrir. No obstante, Nico relataba que llegaría un día en que pudiera revelárselo a todos.
            Un día, mientras Nico jugaba como siempre con sus amigos, se dio cuenta de que las calles empezaban a estar adornadas con luces de colores, que hacía más frío que de costumbre y que las personas entraban y salían de las tiendas cargadas con bolsas de regalo; entonces se acordó de que en el colegio le había dicho “su seño” que se acercaba <>, una época muy especial en la que las familias se reúnen y comparten la alegría de estar todos juntos.

            Nico, al descubrir que estaban en tiempos de Pascua cambió por completo su expresión en la cara y pasó de ser un niño triste a vivir un poco más feliz. Y es que la Navidad le hacía sentirse diferente porque, entre otras cosas, le llenaba de recuerdos inolvidables. Se acordaba de aquellos tiempos en los que sus abuelos iban a casa por estas fechas; además de sus tíos y primos que iban también a visitarle. Con sus primos, Nico se entretenía mucho colocando, sobre la mesita del rincón de su casa, las figuritas del Belén. Se lo pasaban en grande todos juntos porque además de decorar la casa, jugaban y se sentaban a escuchar las increíbles historias navideñas que su abuelo solía contarles cada año.

            Pero de repente Nico, dejó de pensar en esto y volviendo a la realidad, analizó que en los últimos años, sus navidades no habían sido tan familiares y hogareñas como lo eran antes y anhelaba que todo fuese igual que nada hubiese cambiado. No sabía que podría hacer él por cambiar esta situación pues era tan pequeño y su familia estaba tan lejos... que no logró encontrar el modo de reunirse con ellos pero sí sabía que su felicidad sería completa el día en que estuviesen todos juntos.

            Una noche de invierno, después de cenar, a Nico se le ocurrió una idea. Salió al portal de su casa a ver si podía encontrar una estrella en el cielo tan grande y tan llena de luz como la que su abuelo le había descrito en una de sus historias y a la que, al igual que el protagonista de la misma, pudiera pedir un deseo. Estuvo largo rato intentando encontrar una, pero ninguna se parecía a la que él buscaba, a la que su abuelo le había descrito.
            Desilusionado entró a casa y fue hasta su habitación pensando que jamás podría pedir su deseo pues no encontraría una estrella como esa que buscaba, una estrella similar a aquella que un día guió a los tres reyes de oriente en su camino a encontrar al recién nacido niño Jesús.
            No obstante, no desistió y una noche tras otra salía al portal para ver si la hallaba.
        Y se acercaba ya la noche más señalada, la noche de nochebuena y aún no había ninguna señal a la vista. Nico seguía pensando que algún día sería como el niño de la historia de su abuelo y que sería tan feliz como aquel. Mientras tanto, acudía al colegio en sus últimos días antes de comenzar las deseosas vacaciones. Allí, se encontraba con sus amigos, quienes les detallaban minuciosamente cuáles eran sus regalos preferidos para pedir por navidad pero Nico aún no había escrito la carta a Papá Noel y tampoco pensaba escribirsela pues este año no pediría nada, ni siquiera regalos, ya que no le haría feliz recibir algo de lo que ya le sobraba. Sus amigos, no entendían este hecho y encontraban extraño que Nico no quisiera pedir nada por Navidad puesto que ningún niño se quedaba sin pedir juguetes. No obstante y a pesar de todo, respetaban su decisión porque al fin y al cabo eran sus mejores amigos.
            La verdad es que Nico no perdía el tiempo ofuscado por las cosas materialistas pues consideraba más importante tener buenos valores, ser una persona humilde y no pensar tanto en sí mismo sino en los demás porque sabía, “a ciencia cierta”, que había muchos niños en el mundo que no tenían, en estas fechas, nada para compartir. No quería imaginarse a aquellos niños viviendo solos o incluso trabajando para poder comer.
            ¡Qué curioso era salir a las calles en Navidad! Decía Nico pues había muchos pinos, estrellas y adornos decorados con luces llamativas; incluso casi todas las tiendas tenían un pequeño Belén como símbolo del nacimiento de Jesús.
            A los niños del pueblo les divertía jugar con botes de nieve y confeti que compraban en algún quiosco, pero desafortunadamente no era nieve de verdad, porque en el pueblo de Nico no habia nevado nunca.
            La noche del veinticuatro de diciembre, Nico, salió una vez más a la puerta de su casa y sentado en una mecedora, aguardaba  que su adorada estrella apareciese. Entre tanto empezaron a caer los primeros copos de nieve. Nico se quedó asombrado al verla por primera vez y creyó estar soñando. Permaneció allí tanto tiempo recostado, que sin querer se quedó dormido y cuando su madre salió a buscarlo estaba helado y ya era media noche. A ella no le preocupaba que él estuviese allí, siempre que no fuese invierno ¡claro! pues sabía que a Nico le encantaba mirar las estrellas, era una de sus muchas aficiones.
            Al oír la voz de su madre, Nico despertó y la escuchó decir que tenía que irse a la cama que ya era muy tarde. Entonces él, sin pensárselo, miró al cielo un instante, había dejado de nevar y de repente allí estaba; sí, sin duda, era esa estrella que tanto tiempo había buscado. Parecía enorme y brillaba como una potente luz. Estaba seguro de que se vería en todo el universo, era imposible que pudiese pasar desapercibida; pero tal vez, los demás niños no estuvieran pendientes de ella sino de la llegada de Papá Noel.
            Así que, mientras su padre iba a buscarlo para llevarlo en brazos a la cama, Nico se quedó perplejo mirando la estrella y en un instante ésta brilló de un modo especial, como centelleante y se produjo un segundo fugaz.
            Al día siguiente, Nico se levantó feliz; contento de ver un paisaje tan espectacular y ayudó a su madre con los preparativos de Navidad. Con todo el ajetreo, olvidó que la noche anterior había visto la estrella pero recordaba bien la historia que contó su abuelo.
            En un día tan señalado como el de Navidad Nico no era completamente feliz, pues sabía que parte de su familia estaba muy lejos pero tenía el presentimiento de que aquella Navidad iba a ser muy especial, más incluso que las vividas cuando aún era más niño.
            Ensimismado en estos pensamientos, oyó un jaleo cerca del huerto de su casa y pensó que eran sus amigos o los niños del pueblo tal vez. Se asomó a la ventana del salón y vio a tres niños más o menos de su edad, que se dirigían hacia su casa acompañados de sus padres y abuelos. No les reconoció, aunque si creyó que sus caras le resultaban sorprendentemente muy familiares.
            Sonó el timbre de la puerta de entrada y Nico fue a abrirla. Al hacerlo, se encontró con aquellas personas a las que minutos antes había visto a través de la ventana y llamó a su madre para que saliera a recibirlas. Entre tanto, el mayor de los niños preguntó a Nico que si se acordaba de ellos, pues eran sus primos, tíos y abuelos que venían a casa por Navidad. Nico no creyó que aquello fuese real sino fruto de su imaginación. Aun así, fue corriendo a avisar a su padres de la noticia y al enterarse, todos lloraban de la emoción pues era mucho el cariño que se tenían y mucho el tiempo que habían estado separados.
            Se sentaron todos juntos a la mesa para conversar y recuperar el tiempo perdido. Compartieron sentimientos y degustaron los dulces típicos de estas rememoradas fechas.     La casa de Nico se llenó de alegría, alboroto, risas y festejos; nunca imaginó que pudiera ser tan feliz. Era evidente que su felicidad se había colmado y todo gracias a esa estrella que había hecho realidad su deseo: compartir La Navidad con toda su familia.  Desde entonces, pidió por navidad que todas las familias estuvieran reunidas.
            Pero la historia no acaba aquí, Nicolás había sido tocado por la magia de la estrella y su llama centelleante le había convertido en alguien especial y es que Nico deseó tanto tanto ser como aquel niño de la historia de su abuelo que acabó convirtiéndose en él, en un ser dotado de un don peculiar que siempre en secreto por navidad, hace regalos a los niños y cumple sus deseos. Es así como Nico, gracias a sus valores y a sus buenos deseos, se convirtió desde entonces en San Nicolás, en nuestro querido y adorado Santa Claus.
“Me alegro mucho de que Nico me contara su secreto para que pudiera revelároslo yo”.